. ..::: Historias muy reales :::.. .

viernes, mayo 22, 2015

.:: Lo inusual de una sonrisa ::..

Hay días que me despierto medio médico y busco la causa de algún dolor, otras mañanas arranco filósofo buscándole el sentido a la vida, pero hoy decididamente me desperté sociólogo. No tenía otra idea desde que abrí los ojos que pensar en la manera de comprobar mi hipótesis sobre la sonrisa, ¿notaron que es un gesto cada vez más inusual? Atrás de esa comprobación empecé mi día.
En cada estación del tren, en cada cuadra que caminaba hacia el trabajo buscaba llevar una estadística lo más clara posible, donde enumeraba la cantidad de personas que me cruzaba y trataba, a la vez, de llevar la relación existente entre ese número de gente y las sonrisas detectadas.
Obviamente la cantidad de gestos risueños era ínfima y si nos ponemos a hablar de los motivos que generaban esas pocas risas ganaba por amplia goleada el fútbol, seguido de cerca por el alcohol ingerido por algunos beodos cerca de Once, aunque esa variable debería al menos ponerla con un asterisco aclaratorio a la hora de las conclusiones. Por último, el tercer motivo de sonrisas detectado en este estudio de campo fue la complicidad de algunos trabajadores de la construcción riendo de las guarangadas que le decían a cuanta mujer pasaba por el frente de la obra.
Aunque poco académico, el muestreo era sociológicamente compatible con cualquier conclusión catedrática e incluso podría haber sido enunciada por doctorados o licenciados en la materia.
Mientras llegaba a la oficina, unas cuadras antes decidí dar por finalizado el trabajo de campo para realizar mentalmente las estadísticas que me lleven a la ratificación de la hipótesis. Paso tras paso redactaba en mi cabeza las conclusiones del ensayo, cuando me percaté que parado en la esquina esperando el cambio del semáforo un silencio se hizo dueño de la escena. Eran esos silencios que anteceden los momentos importantes. No pasaban autos, ni bicis. En esa cuadra ni gente caminando había, solo una chica con su bebé en brazos llegando a la otra esquina. Fue un segundo, pero ese silencio me ayudo a procesar más rapidamente los datos, y mientras comprobaba depresivamente la sentencia con la que se inicio este trabajo, un bullicio llegaba como una ola aproximandose a la costa.
Un micro escolar con su color naranja característico se aproximaba por Alsina desde el oeste. Por las ventanas se asomaban y se hacían escuchar nenes de la edad de mi hija mayor quienes, agitando las palmas de las manos y con sonrisas de oreja a oreja de a borbotones me robaron una sonrisa y se llevaron todo el trabajo realizado concienzudamente vaya a saber uno a donde. Y llegué al trabajo después de mucho tiempo con esa sonrisa!



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