. ..::: Historias muy reales :::.. .

viernes, junio 03, 2011

Lourdes Mía

A las once de la noche del miércoles, cuando July ya soñaba en su cama alta con el perro Bolt y su amiga Penny, la panza de Naty empezó a moverse como todos los días a esa hora. Finalmente la noche se calmó. Tuve la necesidad de hacer algo que en el embarazo de July era cotidiano, hablarle a la panza antes de ir a dormir. En ese momento me brotaron palabras desde adentro, luchando contra el sueño, y pidiéndole a Lourdes que la deje dormir tranquila a su madre, porque las noches anteriores no habían sido muy plácidas. Al rato, sin remedio, caí desmayado en la almohada con la esperanza de tener un lindo sueño reparador.

En el medio de la noche, en ese silencio oscuro que rodea las noticias inesperadas, y mientras dormía pata suelta, Naty me despertó y me dijo "Me parece que tengo fisura de bolsa". Entre sueños le dije que no pasaba nada, que no se preocupe, pero la rotura era evidente. En esos momentos uno trata de acordarse lo que dijeron en el curso de preparto, que encima en nuestro caso había sido el preparto de July, 3 años y medio atrás. De todos modos, no hubo mucho tiempo de dudar. Las contracciones estaban llegando. A las dos de la mañana llamé a la partera, y con una lógica voz de ultratumba pero con todo el oficio del mundo en sus espaldas, dijo que se ponga apósitos y la llame en dos horas. Nos miramos y tratamos de serenarnos, pero las contracciones se hicieron más fuertes y más seguidas. Así y todo, la madre de la criatura decidió depilarse un poco en el tiempo que había entre contracción y contracción, un rito inexplicable para la mayoría de los hombres, pero contra el que poco pude hacer evaluando el escenario en el que estabamos.

Las contracciones ya eran bravas, Naty empezó a gritar del dolor y July entreabría los ojitos para ver que andaba pasando. No me quedó más alternativa que ponerme la ropa de fajina y meterme en la trinchera, eran las tres y media y ya estaba todo listo para ir a la Suizo. Volví a llamar a Raquel, la partera, y le adelanté que no iba a poder esperar las dos horas que me pidió en el llamado anterior. La tipa recién ahí se despertó y me preguntó a donde ibamos a parir para saber adonde tenía que salir rajando. Corté y llamé a mi suegra, que vive a 30 cuadras (exagerando un poco). Le dije que Lourdes se estaba apurando y muy maternalmente me contestó "A ESTA HORA?". Más allá de su sorpresa, por la hora y no por la situación, necesitabamos su pronta presencia para se quede con July. Eran las cuatro menos cuarto, el auto ya estaba en la puerta de casa, Naty adentro con el asiento reclinado, agarrada del techo y gritando de dolor. July estaba entredormida, pero también en la puerta porque vió movimientos raros y ya había llorado, así que todos estabamos en nuestras posiciones. Menos mi suegra. Naty la llamó a las cuatro menos cinco y recién ahí mi suegro estaba bajando a buscar su auto para salir para mi casa. Una situación de película. Al rato, llegaron. Yo dejé a July en brazos de su abuela, me subí al auto con Naty gritando de dolor y ví a mi suegro con toda su parsimonia que se acercaba a la puerta de Naty. Pensé que le iba a dar algo que nos olvidabamos, alguna medallita para la suerte o, como caso extraño, algo de plata por cualquier cosa que podría suceder. Pero no. Mi suegro, viendo a Naty llorando del dolor, le abrió la puerta y le dijo "¿cuántas contracciones tenes?". Obviamente Naty lo mandó a la puta que lo parió, y yo mentalmente también. Arranqué y fuimos a la autopista. Naty estaba muy dolorida y no paraba de gritar, me pidió que no agarré pozos, pero igual no se olvidó de putearme por agarrar media cuadra de empedrado antes de subir a la autopista que, a esa hora, estaba desierta. Una vez que bajé a Larrea no me quedó opción que empezar a pasar semáforos rojos pese a que no había nadie en la calle. Llegamos a la puerta de la Suizo con Naty a los gritos. Ella no podía caminar asi que el tipo de seguridad de la puerta tuvo que despertarse primero, fijarse que estaba pasando después y reaccionar al rato para traernos una silla de ruedas. Así fuimos hasta el tercer piso, sin cruzarnos con nadie. Era un edificio fantasma donde lo único que se escuchaba en todos los rincones eran los gritos de Naty. Cuando llegamos, nos cruzamos con una partera que acompañaba a otra parturienta, pero que no tenía ningún apuro, es más, creo que estaba para irse a la casa y volver a los dos dias. Naty no. Naty estaba en el aire del dolor. La partera X que nos cruzamos no dudó en revisarla. Naty no paraba de gritar su deseo de que la duerman toda, tal como le adelantó el obstetra. Me lo pidió por favor a mi, y a la partera X también, pero ninguno de los dos pudo hacer más que tratarla de calmar. Así pasamos a una camilla, donde esta señora la ayudó a cambiarse con el camisolín reglamentario. La revisó y ahí le dijo "Ya estamos mamita". A los dos minutos llegó Raquel, nuestra partera. Al fin una cara conocida. Estaba igual que hace tres años y medio atrás. Se cruzó con su colega y ella le dijo "Lourdes quería nacer con María, no quería esperar a Raquel". Por un momento pensé en la buena onda de las colegas, en el medio del quilombo, de madrugada, a las corridas y con un pronóstico medio complicado. Pero los gritos de Naty cortaron toda charla. Raquel la revisa y le dice que no puede dormirla porque ya está con ocho de dilatación, pero que tiene que empujar para aliviar un poco la intensidad de las contracciones. Raquel me miró y me dijo que ahora iba a dejarla media borracha, y así fue. Naty estaba con los ojos voleados, no se entendía claramente lo que decía, pero por las dudas seguía gritando. Hasta que María, la partera X, le dice enérgicamente "Dejá de gritar y empujá fuerte". Todos esperabamos al Dr Martinez, pero no llegaba. Hasta que se abren las puertas de la sala de partos y aparece Rodrigo, un doctor del equipo del obstetra titular. Nos miramos con Naty en medio del fragor de la lucha, pero no hubo tiempo de ningún comentario. Lourdes tampoco quería demorar demasiado, asi que en el segundo empuje la mano de Raquel ayudó a que la morochita asomara. Rodrigo la sacó hasta la mitad del pecho y fue cuando el tiempo se detuvo un segundo. El tipo la miró a Naty, que no podía más, y le dijo "¿la querés sacar vos?". Pensé que ella no iba a reaccionar en el estado que estaba. Y cuando yo mismo estaba por tirarme de cabeza para sacarla, Naty estiró los brazos, agarró a Lourdes, la sacó y se la puso en el pecho.

Mi propio llanto me empapó a tal punto que vino la partera a abrazarme y a darme pañuelitos. Fue mágico, vertiginoso, emocionante, casi perfecto y sobre todas las cosas hermoso. Naty no opina lo mismo, pero cuando se olvide del dolor, seguro que va a decir que me quedé corto con los adjetivos. Lourdes nació con 3.455 kg, casi un kilo más que July cuando llegó al mundo. Y creanmé que "se prende a la teta que es una ternera" como en la canción Cacho de Alfredo Casero.

Estuvimos en la Sala de Parto desde las 5 de la mañana hasta las 3 de la tarde, sin celulares, con ropa de quirófano, con alegría, sin poder avisarle nada a nadie y comiendonos los codos de hambre y de ganas de salir de ahí.

Recién a la tarde pudimos mandar mensajitos, con tanta alegría y alboroto que seguro nos olvidamos de avisarle a alguien.



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